Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


26
Legislatura: 1854-1856 (Cortes Constituyentes de 1854 a 1856)
Sesión: 3 de mayo de 1855
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: nº 144, 4386, 4387
Tema: Subsistencia de la concesión del ferrocarril de Almansa a Alicante

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S. para rectificar.

El Sr. SAGASTA: Para rectificar y para contestar a las infinitas alusiones hechas por el Sr. Ministro de Fomento.

Señores, voy a empezar por donde ha concluido el S. Ministro. Mal que le pose a S.S., decía el Sr. Ministro de Fomento, y lo decía con más énfasis que yo digo las cosas; mal que le pese al Sr. Sagasta, las Naciones caminan a establecer vías de comunicación. ¿Quién se ha opuesto, Sr. Ministro, a que esas líneas se establezcan? Precisamente todos encaminamos nuestros deseos a ese objeto; no hay más diferencia sino la de que vamos por distinto camino S.S. y yo. No sé quién se equivocará; pero, puesto que veo a las Cortes más inclinadas a seguir a S.S. que a seguirme a mí, ¡ojalá sea yo quien se equivoque! En la equivocación mía estará, quizás la felicidad del país, en mi acierto estará quizás su desgracia: por un amor propio mal entendido no he de querer, no, que S.S. se equivoque; sea mía la equivocación; lo deseo tanto como deseo la felicidad de ml país, que la deseo por lo menos tanto como S.S.

El Sr. Ministro de Fomento me había atribuido una cosa que me hacía aparecer como enemigo de que los pueblos caminasen a su civilización: desvanecido ya eso, voy a ocuparme, y si me es posible por el mismo orden con que lo ha hecho S.S., de cuanto ha tenido por conveniente tratar. Pero antes debo advertir, y ya lo habrán advertido los Sres. Diputados, que el Sr. Ministro de Fomento acostumbra a forjarse castillos en el aire para tener después el gusto de combatirlos.

Es muy particular; pero en todas cuantas cuestiones ha tenido a bien S.S. contestarme, ha supuesto cosas que yo no he dicho para después rebatirlo; y es muy fácil destruir lo que uno se forja, pero no es tan fácil rebatir lo que realmente debiera destruirse, los argumentos que hacen los demás.

Con este motivo decía el Sr. Ministro, entrando en algunas consideraciones generales que no venían al caso, que yo, refiriéndome a la línea de Sevilla a Jerez, había dicho que negaba la competencia de las comunicaciones navegables con las férreas. ¿Cuándo he dicho yo eso? Yo no he dicho eso; lo que he dicho es, que en un país donde haya una comunicación rápida y económica no debe recurrirse a lo que se recurre en otros países donde esa comunicación falta. ¿Estamos en el caso de establecer nosotros competencia entre unas y otras comunicaciones? ¿A dónde iríamos a parar con eso? ¿Quiere S.S. que empecemos por donde tendremos que concluir? Pues ese es el mal, señor Ministro; que S.S. procede sin bases suficientes para llegar a esa competencia: si no las tiene S.S.¿cómo ha de establecer lo que desea, sin los cimientos necesarios para ello? Establezca primero las vías necesaria, y entonces vendrán las que con ellas han de competir. Lo manifestado por S.S. no puede ser efecto sino del calor de la improvisación: ¡triste idea daría, sino, el Sr. Ministro de Fomento de su capacidad, si tales fueran realmente sus opiniones!

Con este motivo trajo también a cuenta S.S. lo que yo había dicho el otro día respecto a las cuestiones materiales. Decía el Sr. Ministro, con más énfasis que yo todavía: ¡desgraciado del país que por atender a las cuestiones materiales prescindiera de las cuestiones morales! ¿Y quién ha dicho que yo prescindo de las cuestiones morales? Yo trataba de las cuestiones políticas y materiales, y al comparar las cuestiones políticas con las materiales, decía que eran de más trascendencia para el país las materiales que las políticas; pero yo prescindí de las cuestiones morales, no porque no las considere de tanta, de mayor importancia que las demás, sino porque no aludían al caso. También ha dicho S.S. que al lamentarme yo de los millones que se invertían en líneas que se separaban de su verdadera dirección para dirigirse a la de África; parecía que le infería una ofensa a este país: no; lo quo yo decía [4.386] era: tenéis concedidos 150 millones para vías férreas, y ninguna de ellas va hacia el Norte, todas se dirigen hacia el África, como huyendo de la civilización. Es verdad que dije esto; pero fue porque yo creo preferible en cuanto a civilización que nos acercáramos al Norte, en vez de hacer esos sacrificios para acercarnos al África, y esto creo que no habrá ningún Sr. Diputado que lo dude.

Voy a ocuparme ahora de lo manifestado por el señor Ministro al explicar la razón que la Comisión y el Gobierno habían tenido para variar su primitivo dictamen. Al decir la razón que había tenido para separarse de lo que había propuesto la Comisión encargada de examinar los expedientes de ferrocarriles, hemos visto que esa razón ha sido el arreglo de un pequeñísimo trozo de ese trayecto, de un trozo de 14 kilómetros.

¿Qué tiene que ver esa cuestión para aumentar la subvención? ¿Ese trozo pudiera haberse hecho con la misma subvención? ese trozo se había concedido a uno que no era ninguno de los concesionarios; ¿y la dificultad de ese trozo ha sido bastante para que se varíe el dictamen y se modifique, no sólo en su forma, sino hasta en su esencia? Bien conocerá el Sr. Ministro de Fomento que no puede ser esa suficiente razón.

Pero dice el Sr. Ministro de Fomento que toda mi peroración se reduce a manifestar que se va a gastar un millón o dos cuando más....

El Sr. PRESIDENTE: Señor Sagasta, eso es contestar, no es rectificar.

El Sr. SAGASTA: El Sr. Ministro de Fomento ha supuesto que yo he dicho que se van a gastar uno o dos millones....

El Sr. PRESIDENTE: No es eso lo que ha dicho el Sr. Ministro de Fomento; lo que ha dicho es que se va a gastar esa cantidad; no que S.S. lo haya dicho.

El Sr. SAGASTA: El Sr. Ministro de Fomento ha dicho que según ml peroración resultaba que se hacía un gasto de un millón o dos, y no es eso lo que yo he manifestado. Lo que yo he dicho es que hoy se bastaba esa cantidad con ese motivo, y que mañana vendría otra línea, la de Valencia, por ejemplo, y habría que hacer lo mismo; pero no resulta de lo que yo he dicho que se gaste un millón, sino 11 millones.

Por último, para concluir, porque el Sr. Presidente....

El Sr. PRESIDENTE: El Presidente observa el Reglamento, Sr. Sagasta.

El Sr. SAGASTA: Bien; pues para no faltar al Reglamento, voy a concluir haciéndome cargo de lo que ha dicho S.S. respecto de los consejos que yo doy unas veces a los Sres. Ministros, otras a los Sres. Diputados. No creo que me haya yo tomado esa libertad; no recuerdo haber aconsejado a nadie. Únicamente manifesté un día que S.S. tendría bastante patriotismo para dejar ese puesto si conocía que no estaba en él por la voluntad del país; pero esto no pudo ser consejo; ¿cómo se había de atrever a darlos el último de los Diputados a S.S. que está más en el caso de darlos que en la necesidad de recibirlos? No, Sr. Ministro de Fomento; S. S. ha interpretado mal mis intenciones.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL